Este viernes en el local de la Casa Sahara de la ciudad de Sevilla se hizo el acto de entrega del XIV premio de la solidaridad que lleva el nombre del médico y activista Juan Antonio González Caraballo, quien falleció en los campamentos saharauis durante una estancia solidaria y fue miembro destacado de la asociación sevillana.
Dichos premios, consistentes en una reproducción de la rosa del desierto, han sido otorgados a entidades y figuras destacados por su acción solidaria con el pueblo saharaui.
La lista de personas galardonadas es muy representativa de toda la variabilidad de esta solidaridad:
Gaby (Gabriela Sánchez) (solidaria sevillana), José Ramon Diego Aguirre (militar e historiador), Ali Salem Tamek (ex-preso y activista de DDHH saharaui), Partido marroquí Vía democrática (que reconoce al pueblo saharaui), Mohamed Hammad (activista saharaui territorios ocupados), Virgilio Zapatero (expresidente de la conferencia de rectores de las universidades madrileñas), Marcos Ana (poeta), José Saramago (Premio Nobel Literatura), Familia Bardem (actores y actrices comprometidos con el Sahara y con el festival FiSahara), Willy Meyer (ex-eurodiputado), José Chamizo (ex-defensor del pueblo de Andalucía), Isidoro Moreno (defensor DDHH e impulsor solidaridad con la universidad de Tifariti) y Rosa Montero (Periodista y escritora).
El premio de 2022 fue para Miguel Rodríguez Domínguez, empresario originario de La Línea y afincado en Cataluña, presidente del grupo Festina y que ha aportado una generosa ayuda al pueblo saharaui, especialmente con material necesario y difícil de encontrar a lo largo de la pandemia.
En el acto de entrega participó, entre otros el Alcalde la Línea, l aviuda de Juan Antonio González, José Chamizo, Fatma Mehdi (Ministra Cooperación RASD), Mohammed Zug (Delegado saharaui Andalucia), Fernando Peraita y Miguel Castro(ambos de la Asociación sevillana ); el presidente de CEAS, Xavier Serra, quien destacó la importancia de la unidad, la renovación y la eficacia del movimiento solidario con el pueblo saharaui en un tiempo en el que, después de la rotura del alto el fuego, se abre una ventana hacia la esperanza y la libertad.
